La dieta del bebé: lactancia limitada, exceso de carne y poca fruta y verdura

Los primeros años representan una oportunidad idónea para establecer patrones dietéticos adecuados

El perfil dietético de los niños asturianos de entre 2 y 36 meses se caracteriza por la limitada adherencia a la lactancia materna, un excesivo consumo de carne y reducido de frutas y verduras y el déficit de vitamina D entre los nutrientes, según una investigación liderada por la Universidad de Oviedo y publicada en la revista Nutrients.

Según los autores del trabajo, en el que se estudió a una cohorte compuesta por 97 bebés que fueron seguidos desde los 2 y 3 meses de vida hasta los 3 años de edad, los primeros años de vida representan una oportunidad idónea para establecer patrones dietéticos adecuados y mantenerlos en el tiempo.

El estudio refleja que, pese a las recomendaciones de la OMS a favor de la lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses, solo un 53,6% de los niños eran amamantados a los 3 meses aunque, a lo largo del tiempo, la duración de fue relativamente buena con un 7,8 % de niños para los que se mantenía a los 36 meses.

Dicha cifra es superior a la reportada por otros trabajos internacionales para el intervalo de edad entre los 23 y los 48 meses -entre el 2% y 6 %- aunque los autores apuntan que aún es necesario fortalecer estrategias para promoverla en los primeros meses de vida.

Según los autores del trabajo, la alimentación complementaria representa una etapa crucial en la que se debe alcanzar un equilibrio para garantizar los requerimientos energéticos y nutricionales del niño, permitiéndole tener un desarrollo adecuado a su edad y considerando su limitada capacidad digestiva.

Por otra parte, además de las fórmulas infantiles y la leche materna, las frutas fueron uno de los alimentos más consumidos en la muestra a los 6 meses de edad, seguido por cereales infantiles, un similar al de otros países mediterráneos como Italia y diferente respecto a otros, como Inglaterra, donde el arroz es el alimento de partida.

De los 6 a los 12 meses se constató un cambio progresivo al pasar del 9,9% de una dieta semisólida al 66 % mientras que a los doce meses se entra en una fase de transición en la que se consumen todos los grupos de alimentos, pero se mantiene la lactancia materna, los productos infantiles y una consistencia semisólida en las preparaciones.

A los 24 y 36 meses la mayor parte de los niños tenían ya una dieta familiar regular y a esa edad se observó una reducción en la ingesta de vegetales a favor de la carne y los productos cárnicos, lo cual está en línea con otros estudios y es representativo de la dieta de adultos en países occidentalizados, según los investigadores.

Asimismo, constata un déficit de vitamina D dado que en los niños reciben suplementos de la misma hasta los 12 meses de edad y, al ser un país soleado, es probable que los requerimientos estén cubiertos, pero un estudio previo en Asturias sugirió que la exposición al sol puede no ser suficiente para cubrir estas deficiencias.

En cuanto a la adherencia a la dieta mediterránea a los 36 meses, se encontró que aquellos niños que comían verduras a los 6 meses de vida tenían mejores patrones de consumo a los 36 meses y entre las frutas más consumidas en la muestra, se encuentran plátano, manzana, pera y naranja, seguidas de ciruela y fresa en menor proporción.