Maraea, joyas artesanales con perlas de Tahití

Paula y Sara Santos trabajan a mano con mucha paciencia

Paula Santos se fue un día a Australia sin billete de vuelta, pero fue visitando la Polinesia Francesa​​ donde se enamoró de un pequeño paraíso, Tahití.

Durante siete años trabajó en una granja de perlas en la isla, seleccionando las mejores y diseñando joyas. Un trabajo que le permitió enamorarse de una forma de vida y descubrir el trabajo artesanal, ese que hoy pasa por ser su gran pasión.

Desde su paraíso le enviaba joyas a su hermana, a Sara Santos, y ahí comenzó a forjarse un sueño que hoy es realidad. El destino es sabio y unió de nuevo a estas dos hermanas en Tapia de Casariego.

Impulsan desde hace algo más de un año el proyecto Maraea, una empresa de fabricación de joyas hechas con esas perlas que Paula conoció tan bien. De hecho, esa misma granja donde trabajó es la que ahora les suministra de un elemento delicado, que trabajan a mano con mucha paciencia.

Reciben muchos encargos y de todos los tipos. Dependiendo del tipo de perla, las joyas que elaboran estas dos hermanas están al alcance de cualquiera. Se puede regalar un pedacito de Tahití desde 20 euros, pero las hay también que pueden superar los 800 euros.

La historia de Paula y Sara es la historia de un sueño cumplido, un sueño que ha unido la perla de Tahití.